martes, 21 de julio de 2009

No diga vergüenza, diga Xerez

Advierto al lector en ésta, mi primera entrada tras la presentación, que el blog tendrá clara inclinación por el deporte en general, fútbol en especial y el Xerez Club Deportivo, club del que soy socio desde hace años, en particular. No quiero monopolizar este blog con temas futboleros (¿qué especie de cateto se inventó eso de futbolístico?) ni xerecistas, pero he dedicado mucho tiempo de mi vida a seguir este deporte y este club, así que, para empezar, esto es lo que hay.

Procuraré, en la medida de lo posible, en lo sucesivo, evitar a usted, estimado lector, engorrosos párrafos de justificación del tema a tratar elegido. Así que, sin más, entremos en materia.

Soy socio del Xerez desde el año 1995 -tengo 21 años, más de la mitad de mi vida siendo asiduo de Chapín, El Palmar, La Juventud, Bahía Sur o donde quiera que nos haya tocado jugar-. Como debería saber cualquier lector interesado en este blog, el Xerez Deportivo ha ascendido a Primera División por primera vez en su historia este pasado verano. Un ascenso que vino a premiar a una afición absolutamente hastiada de presidentes corruptos, escándalos a escala nacional, ascensos inexplicablemente dilapidados y tomaduras de pelo por norma general. Personalmente, había soñado y esperado este momento durante mucho tiempo.

El caso es que, tras la explosión de júbilo obligatoria, el estado de ilusión permanente que debía haberse propagado por la masa xerecista a lo largo de todo el verano se ha convertido en desesperanza, zozobra, desilusión. ¿Cómo es posible que un entrenador que coge a un equipo hundido a las puertas de la Segunda División B (a ocho puntos de la permanencia con diecisiete partidos por dalente, ahí es nada) y es capaz de dejarlo en Primera División como campeón no continúe? ¿Qué clase de inepto es capaz de cometer un error de tal magnitud?

Llevo demasiados años viendo fútbol y al Xerez como para saber que la inmensa mayoría de la gente se conforma con muy poquito. Si el equipo gana, si la pelotita entra, da exactamente igual las tropelías y vergüenzas que se cometan en secretaría, o en la dirección y gestión del club. Y en eso, el llorón-cateto-sinvergüenza de Dos Hermanas tiene mucho que esconder y tapar. Era fácil aprovechar el tirón del ascenso, renovar al entrenador, traer a un par de fichajes ilusionantes y mantener a la gente contenta. Era fácil, claro, si obviamos que no tenemos ni puñetera idea (al menos yo) de lo que realmente se cuece ahí dentro, de quién es realmente el dueño del club, de cuáles son los intereses de los supuestos dirigentes.

El resultado para nosotros, la afición, los encargados de luchar por nuestro club, que no es ni más ni menos que una de las mayores secciones de nuestra dicotomía placer-dolor, es que se fue Esteban Vigo, el hombre del milagro, el principal estimulante del mayor placer experimentado hasta la fecha por un xerecista. En su lugar llega José Angel Ziganda, un tipo cuya experiencia se resume en una salvación inextremis y una destitución tras seis jornadas sin conocer la victoria con un equipo que había acabado cuarto clasificado la temporada anterior a su llegada.

Ocurre que Ziganda, como estimulante de ilusión, no destaca especialmente. Quizá el ansia de la Primera División pudiera sustituir el hiriente cambio de entrenador en el orgullo xerecista, pero, para colmo de males, estamos a 21 de julio, la pretemporada comenzó, y el equipo cuenta con la irrisoria cifra de trece profesionales para encarar tal precampaña. La situación deportiva es lamentable, pero la institucional es realmente paupérrima. Y es que no se puede ser tan torpe, Moralín. Si eres un sinvergüenza de cuidado y pretendes que tus estridentes gilipolleces estén en segundo plano, tienes que ofrecer un clavo al que agarrarse a la gente. Aún así, en Jerez no faltan los chupaculos y estómagos agradecidos que se empeñan en defender al tipo que más daño ha hecho al Xerez en su historia.


Mientras tanto, rumores de fichajes sin concretar, gente agolpándose a las puertas de las oficinas para renovar abonos, protestas por aquí, por las peñas, por la falta de organización, por esto y por lo otro. Humo. Sólo humo. La ilusión, motor al fin y al cabo del fútbol y de la vida, queda abolida del xerecismo. Justo el año que debía rebosar Chapín.

No diga vergüenza, diga Xerez.

1 comentario:

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